Por Roberto Pichardo
Hoy te recuerdo más
que cualquier día del año. Nunca te ví jugar, era muy pequeño para recordarlo,
y mas sin embargo cuando escucho tu nombre se me rosan los ojos.
Hace ya 12 años de tu
inocente partida, mas no de tu adiós. Sigues aquí, vistiendo los colores de
nuestro equipo, en los corazones de la afición y en las mentes de jugadores que
vienen y van. Todos quieren seguir tu ejemplo, tu carisma, tu liderazgo y sobre
todo convertirse en leyenda como el '20' tuzo hizo en vida y en trascendencia.
En 1999 llegaste a
Pachuca, te pusiste la capa de superhéroe y la casaca de campeón. Fuiste uno de
los históricos jugadores que lograron levantar el trofeo de monarca del balompié
azteca en nombre de los Tuzos, por primera vez en la historia. Con este gran
logro grabaste tu nombre con letras de oro en la institución.
Seguiste jugando,
luchando, sufriendo y gozando por la causa blanquiazul. Te ganaste la
admiración y reconocimiento de la gente con tus grandes goles y tus
carismáticos festejos.
Y luego vino tu
deceso. Tan repentino como el anochecer, pero tan impactante como el amanecer.
No terminaba la vida y la carrera del delantero árgentino de 24 años de edad,
sino comenzaba la leyenda de Pablo Hernán Gómez, dorsal número 20 del Club de
Futbol Pachuca, hoy y para siempre.
Ese eres tú, querido
Pablo. El que tuvo un trueque con la vida al cambiar un par de tenis por un par
de alas. El que representa a Pachuca en la selección celestial y defiende a su
equipo en las buenas y en las malas. El que determinó que nunca más se volvería
a usar el número 20 en una playera de los Tuzos, porque ese, ese es el dorsal
de Gómez.
Gracias Pablo Hernán,
por haberlo dado todo por tus colores, por haber sido parte de ese histórico
grupo campeón de 1999, por habernos regalado la esperanza de creer que hay
alguien allá arriba, jugando para El Gran Jefe, y que se hizo presente en todos
y cada uno de los logros obtenidos.
Fuiste parte de la
historia, eres parte de una maravillosa leyenda, y sobre todo, siempre serás
parte de mi corazón.
Descanse en paz,
Pablo Hernán Gómez. Amado padre, esposo, futbolista y ser humano. 20 de
diciembre de 1977, Mendoza, Argentina – 29 de enero de 2001, Ixmiquilpan,
México.
¡Gracias campeón! ¡Siempre
te recordaremos!