Por Roberto Pichardo
Si de técnicos se trata, Pachuca
ha tenido de todo. Desde los más experimentados como Enrique Meza y Víctor
Vucetich, pasando por los medianamente exitosos como Efraín Flores y Hugo
Sánchez hasta llegar a los que recién comienzan su carrera. Gabriel Caballero
ha perdido la fe de la gente con el pasar de las semanas. Pareciera que
aquellos que piden el cese del “Eterno” no recuerdan que fue un técnico
canterano quien le dio el primer título a Pachuca, cuando con lo único con lo
que se soñaba era con la salvación permanente del descenso. Javier Aguirre puso
el primer peldaño de oro en la historia del club minero, y no era un técnico
con trayectoria de veinte años.
Hoy, la historia es diferente.
Pachuca cayó en un bache futbolístico que desde hace tres o cuatro años lo
tiene lejos de los primeros planos. La directiva ha intentado de todo para
regresar a los Tuzos al estrellato, luego de que en una década se apoderaran de
todo aquello a lo que se enfrentaran.
Tanto jugadores como técnicos, ha
habido una gran variedad. Jóvenes y no tan jóvenes; canteranos y
experimentados; guerreros y cómodos; habilidosos y duros. La gente no se podrá
quejar de que falta experiencia, he ahí a Óscar Pérez, quien merecería un poco
más de respeto por parte de la afición del equipo al que defiende. No podrán
decir que los jóvenes no tienen calidad, puesto que Herrera Equihua banqueó a
un campeón de Juegos Olímpicos. No deberán decir que el medio campo es un
desorden, ya que de una ola de jugadores que vienen y van, Jorge Hernández es
el único que quedó de la época de Hugo Sánchez. Si bien los delanteros no pasan
por buen momento, claro es el caso de Duvier Riascos, dan todo de sí por la
causa del equipo. Es muy raro ver que un centro delantero corra tanto en busca
de los balones como lo hace Cavenaghi, e incluso como Ludueña.
Gabriel Caballero ha mantenido su
sueño de hacer campeón a Pachuca como técnico entre las cejas. En otras épocas,
existían jugadores predilectos a los cuales se les debía ceder el esférico para
que arrancara la magia, tal es el caso de Damián Manso con Marini como
estratega. Cosas como esas provocan disturbios en el vestidor, y por ende, la
desintegración de las metas. Detalles como ese confirman que la baja
futbolística del Club de Futbol Pachuca viene desde tiempo atrás. ¿O acaso no
recuerdan los gritos de Mustafá hacia el “Gringo” Torres en pleno partido? ¿Ya
se olvidaron de los disturbios provocados por Mauro Cejas y Carlos Velázquez?
¿Qué me dicen de los berrinches de Nery Castillo cuando Hugo Sánchez lo sacaba
del campo? ¿Y las declaraciones del “pentapichichi” al salir de los Tuzos?
Con Gabriel Caballero en la
dirección técnica da la impresión de un vestidor menos tenso, o por lo menos
sin grietas. Los jugadores comparten la responsabilidad del mal funcionamiento
del equipo, porque eso es lo que un equipo significa. Si Pachuca gana, todos
ganan. Si Pachuca pierde, todos pierden. ¿O habrá alguien a quien le dé gusto
que su equipo no funcione? Si bien es cierto que el “8” solamente acumula 23
partidos dirigidos en primera división, creo que inspira una mayor entrega que
la que han dado los últimos entrenadores.
En el futbol las cosas son a
prueba y error. Será cuestión de tiempo para que se dé cuenta de que Ayoví no
debe jugar como lateral, que Riascos debe ganarse la titularidad con acciones
en el presente, que hay muchas cosas por cambiar. En tanto, yo reconozco que ha
aprendido a involucrarse mucho más en lo que ocurre en la cancha, a animar a
sus jugadores de forma colectiva e individual y sobre todo a mantener claro lo
que significa vestir los colores del equipo que ama.
Caballero, creo en ti.