domingo, 18 de agosto de 2013

¿Experiencia o corazón?


Por Roberto Pichardo

Si de técnicos se trata, Pachuca ha tenido de todo. Desde los más experimentados como Enrique Meza y Víctor Vucetich, pasando por los medianamente exitosos como Efraín Flores y Hugo Sánchez hasta llegar a los que recién comienzan su carrera. Gabriel Caballero ha perdido la fe de la gente con el pasar de las semanas. Pareciera que aquellos que piden el cese del “Eterno” no recuerdan que fue un técnico canterano quien le dio el primer título a Pachuca, cuando con lo único con lo que se soñaba era con la salvación permanente del descenso. Javier Aguirre puso el primer peldaño de oro en la historia del club minero, y no era un técnico con trayectoria de veinte años.

Hoy, la historia es diferente. Pachuca cayó en un bache futbolístico que desde hace tres o cuatro años lo tiene lejos de los primeros planos. La directiva ha intentado de todo para regresar a los Tuzos al estrellato, luego de que en una década se apoderaran de todo aquello a lo que se enfrentaran.

Tanto jugadores como técnicos, ha habido una gran variedad. Jóvenes y no tan jóvenes; canteranos y experimentados; guerreros y cómodos; habilidosos y duros. La gente no se podrá quejar de que falta experiencia, he ahí a Óscar Pérez, quien merecería un poco más de respeto por parte de la afición del equipo al que defiende. No podrán decir que los jóvenes no tienen calidad, puesto que Herrera Equihua banqueó a un campeón de Juegos Olímpicos. No deberán decir que el medio campo es un desorden, ya que de una ola de jugadores que vienen y van, Jorge Hernández es el único que quedó de la época de Hugo Sánchez. Si bien los delanteros no pasan por buen momento, claro es el caso de Duvier Riascos, dan todo de sí por la causa del equipo. Es muy raro ver que un centro delantero corra tanto en busca de los balones como lo hace Cavenaghi, e incluso como Ludueña.  

Gabriel Caballero ha mantenido su sueño de hacer campeón a Pachuca como técnico entre las cejas. En otras épocas, existían jugadores predilectos a los cuales se les debía ceder el esférico para que arrancara la magia, tal es el caso de Damián Manso con Marini como estratega. Cosas como esas provocan disturbios en el vestidor, y por ende, la desintegración de las metas. Detalles como ese confirman que la baja futbolística del Club de Futbol Pachuca viene desde tiempo atrás. ¿O acaso no recuerdan los gritos de Mustafá hacia el “Gringo” Torres en pleno partido? ¿Ya se olvidaron de los disturbios provocados por Mauro Cejas y Carlos Velázquez? ¿Qué me dicen de los berrinches de Nery Castillo cuando Hugo Sánchez lo sacaba del campo? ¿Y las declaraciones del “pentapichichi” al salir de los Tuzos?

Con Gabriel Caballero en la dirección técnica da la impresión de un vestidor menos tenso, o por lo menos sin grietas. Los jugadores comparten la responsabilidad del mal funcionamiento del equipo, porque eso es lo que un equipo significa. Si Pachuca gana, todos ganan. Si Pachuca pierde, todos pierden. ¿O habrá alguien a quien le dé gusto que su equipo no funcione? Si bien es cierto que el “8” solamente acumula 23 partidos dirigidos en primera división, creo que inspira una mayor entrega que la que han dado los últimos entrenadores.

En el futbol las cosas son a prueba y error. Será cuestión de tiempo para que se dé cuenta de que Ayoví no debe jugar como lateral, que Riascos debe ganarse la titularidad con acciones en el presente, que hay muchas cosas por cambiar. En tanto, yo reconozco que ha aprendido a involucrarse mucho más en lo que ocurre en la cancha, a animar a sus jugadores de forma colectiva e individual y sobre todo a mantener claro lo que significa vestir los colores del equipo que ama.

Caballero, creo en ti.    


domingo, 11 de agosto de 2013

¿Por qué empató Pachuca?


Por Roberto Pichardo

A estas alturas ya todos conocemos la triste historia que tuvo lugar el día de ayer en el Estadio Jalisco. Los Zorros del Atlas tuvieron a bien de rescatar el empate en la última jugada del partido cortesía de Matías Vuoso. Si bien es cierto, los Tuzos no merecían el triunfo, pero, ¿por qué fue que la justicia del futbol se hizo presente? ¿Cuáles fueron las causas?

En un partido que vino a más, con un rayo que cayó muy cerca del lugar en donde se desarrollaba el encuentro y el cielo que caía a pedazos sobre 22 jugadores con grandes deseos de la victoria, se celebró un partido con varias cosas que resaltar.

Primero que nada, me parece más que suficiente el pasar de cinco jornadas para saber que Walter Ayoví no tiene nada que hacer en la lateral izquierda. Un cambio efectivo realizado por Gabriel Caballero fue el ingreso de Juan Carlos Rojas en sustitución de Duvier Riascos, jugador que comienza a acabar con mi paciencia. Con el ‘Romita’ en el campo, Ayoví fue recorrido de línea, convirtiéndose en un eje de ataque con llegadas peligrosas. ¡Ese es el Walter Ayoví, imponente y habilidoso, que todos queremos ver!
Después llegaron dos ocasiones de gol claras. ¿Qué pasó? Los delanteros se amontonaron en el área, nadie se decidió a definir y todos quisieron pegarle al mismo tiempo. El factor desorden, conjugado con el exceso de defensivos rojinegros, impidieron el flujo del balón en el último paso. Llegadas hubo, se concretó solo una, y eso con problemas.

Bien dicen que “el que perdona, pierde”. Atlas se volcó la mayor parte del partido al frente, buscando la oportunidad que le diera el empate. Algunas intervenciones de la saga y unas más de Óscar Pérez contribuyeron a mantener intacto el marcador. Sin embargo, la lluvia hizo justicia en pro de los locales y Vicente Matías Vuoso no lo pensó dos veces para sacar un disparo filtrado entre la multitud y vencer al ‘Conejo’ en la última oportunidad. Vaya final, todos estuvimos al filo de la butaca.

Ahora, también es justo dar honor a quien honor merece. El día de ayer fuimos testigos de una exhibición brillante de futbol por parte del joven Rodolfo Pizarro, quien comienza a caracterizarse como uno de los jugadores con mayor clase y prudencia del equipo. Los dos últimos adjetivos describen lo que todo jugador necesita. No se trata de saber esconder y jugar el balón por todo el campo y comerte al mundo en una jugada, sino de saber cuándo y cómo hacerlo. Y Pizarro sabe cuándo y cómo, sabe devolver el balón, tiene visión del campo y garra para pelear balones que parecería se pierden. Bien por él, orgulloso producto de las Fuerzas Básicas.

Por último, creo que no fui el único espectador al que se le paralizó el corazón al ver a Enrique Esqueda, tras más de un año y medio de ausencia, dar un par de saltos junto al cuarto árbitro para darle la mano a su compañero y entrar a la cancha, a disputar su primer partido de Liga MX desde enero de 2012. El “Paletuzo” verdaderamente está de regreso, y estoy seguro de que querrá pelear un puesto por la titularidad en cuanto se estabilice por completo, para volver a regalarle sonrisas a los que se ponen la blanquiazul cada sábado, sin fallar.

Dados los puntos de vista de un servidor, y reiterando que la palabra más valiosa la tiene el lector, se que llegaremos a la conclusión de que a Pachuca le sacaron dos puntos de último minuto con toda justicia, por lo tanto, hay cosas que corregir para derrotar al archirrival  con el que se verá las cosas el próximo sábado: Club América.