Por Roberto Pichardo
El tiempo se agota. Quedan pocas
jornadas para que Pachuca haga el intento de reaccionar, de creer en un estilo
de juego que Enrique Meza trata de inculcar a sus pupilos.
Los nuestros no muestran señales
de vida, y es casi imposible creer que sumando un punto con cada juego en el
Hidalgo se logrará la añorada clasificación a la Liguilla, a la cual no se
regresa desde 2012.
Suponiendo que la estrategia de
Enrique Meza entrara en la mente de cada uno de los jugadores, Pachuca podría
alcanzar los 24 puntos en la tabla general, lo cual lo metería en zona de
clasificación a la espera de diversas combinaciones de resultados. Lo
interesante del caso es pensar ¿sucederá así? ¿Los Tuzos acatarán a la
perfección las órdenes de su estratega?
En las últimas semanas los
líderes del equipo han mostrado su vergüenza ante los resultados, al mismo
tiempo que la afición comienza a perder la paciencia. Un claro ejemplo del caso
es que el Estadio Hidalgo no pudo contar con localidades agotadas ni siquiera
siendo entrada libre. Hay quienes dicen que fue por el requisito de llevar
boletos de partidos anteriores, pero pretextos hay muchos. Éste Pachuca no le
gusta a nadie, y más a sabiendas que sería la tercera ocasión que un
“superequipo” no termina de gestar y queda como eso, un embrión, una promesa,
un sueño roto.
El Profesor Meza señalaba la
semana pasada que los jugadores necesitan creer en un estilo de juego, y es que
es inconcebible que un cambio tan radical en el banquillo no pueda rendir
frutos. Si bien el director técnico tiene la obligación de inculcar a sus
discípulos una idea táctica a la cual aferrarse y explotar al máximo en el
terreno de juego, no queda en sus manos hacer que se cumpla. La disposición de
cada uno de los integrantes de la plantilla debe ser total, dispuestos a
aprender lo que un hombre con tal trayectoria tiene que enseñarles. He ahí el
ejemplo de Daniel Arreola. Uno de los mejores cobradores, aunque muchos no lo
sepan, es el surgido de las básicas del Atlante. Nos regaló un gran gol la
semana pasada como no lo hacía hace un rato, esto producto de la confianza y
sabiduría inculcada por el “Ojitos”.
Desde hace vario tiempo suelo
hacer el comparativo entre la Selección Mexicana y los Tuzos. Ambos equipos
habían tenido un paso terrible en sus respectivas competiciones. Uno de ellos
comienza a despertar de la mano de Víctor Vucetich, con la mente fresca y gente
nueva, dispuesta a darlo todo. En Pachuca las cosas también podrían mejorar,
puesto que la última alineación mostró más de tres ajustes. Esto quiere decir
que Meza tiene plena confianza en sus jugadores, sabe que todos pueden
responder a la necesidad del equipo. El detalle es que son los jugadores los
que no creen en sí mismos, no tienen confianza en el nuevo estilo de juego.
La ley de la inercia atormenta a
Pachuca desde hace tres torneos. Jugadores vienen y van. Así como todo cambia y
la metamorfosis es latente para los de la Bella Airosa, éstos deben soltar el
pasado y todo lo que ha ocurrido a lo largo de jornadas insípidas. Es tiempo de
mostrar otra cara. Es ahora o nunca.
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