sábado, 27 de abril de 2013

Afición y equipo: Pachuca es uno mismo


Por Roberto Pichardo

“Si no fuera por partidos tan terribles no podría valorar los que son brillantes”.

Hay una porra que dice: “Yo te voy a apoyar como todos los años”. Data de 1996 y es entonada por el máximo representativo del hincha tuzo: la Barra Ultra Tuza. Hay quienes te apoyan desde 1901, otros desde 1999. No importa si naciste o te hiciste, hoy eres tuzo. Es lo que importa.

Lo acontecido ayer es una prueba de fuego para los que, semana con semana, se ponen la playera del equipo centenario con la ilusión de todos: ganar. Que te den la vuelta a un 2-0 no es del agrado de nadie, perder no es del agrado de nadie. Y si a ti no te agrada que tu equipo pierda, te informo que a ellos les duele el doble, aunque no lo parezca.

Miles de personas compraron sus boletos, los ganaron, los tenían en bonos o en palcos, pero estaban ahí, con la marca en sus agendas: el sábado a las siete de la noche juega Pachuca, lo demás puede esperar. Estadio lleno con playeras divididas, unos apoyando a uno de los mejores equipos del país, los demás apoyando al mejor, el local, el más viejo, y por ende, el más grande. En fin, 30 mil personas que se unen por dos horas bajo el mismo amor: el futbol.

Cayeron dos goles, uno de un jugador que comienza a sobresalir, otro del que tiene hambre y sed de triunfar. Todo es alegría en La Bella Airosa, porque yo apoyo y tú anotas. Yo grito y tú respondes. Yo coreo tu nombre y tú señalas al cielo. Todo va de maravilla.

De pronto aparece la irregularidad, como el reciente clima de Pachuca, y recibes cuatro goles. ¿A quién le va a gustar? A nadie. Manotazos, muecas de desagrado y otros ademanes, pero nada más. Yo en cambio grito, hago bilis y me desespero. He perdido la cordura y no dejo de maldecir a la mosca que se pasea frente a mi vista. ¡Un completo desastre!

El silbatazo final y no escuchas mis abucheos, la gente corea a los visitantes. Te vas al vestidor con ganas de enterrar la cara en el suelo, y yo, me voy a mi hogar malhumorado. El estacionamiento y la salida son un desastre y las inminentes burlas de los azulcremas no se hacen esperar. ¿Podría ser mi día peor?

Llego a mi hogar y veo el resumen una vez más. Frunzo el ceño y me voy a la cama de malas. En cambio tú, tú te vas con los labios resecos de palabras. La prensa te aguarda y sales con la mirada en el suelo. Conduces a tu destino y lo único que quieres es que el día termine.

Lo que acabas de digerir amigo lector es una pequeña reflexión de empatía. Los malos resultados nos hacen pedazos a todos. Los aficionados podemos hacer casi de todo cuando el equipo va mal para desquitarnos, ellos no. Una rabieta les cuesta la suspensión, a ti no. Un mal comentario desata la polémica, los tuyos se quedan en el viento. A nadie le gusta perder, y si a ti te cuesta aceptar la derrota, a ellos el doble y aun así lo deben de hacer.

Con Pachuca en buenas y malas, en mejores y peores, porque a mí nadie me obliga a quererte, tú me has conquistado con historia y tradición.

Afición y equipo, Pachuca es uno solo.

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