Por Roberto Pichardo
“¿Cómo podré apartar de mi mente esa mirada?...” Esa mirada
de convicción, de deseos de luchar, de ganarlo todo. Miguel, tu carisma no
tiene precio, y lo que conseguiste con ayuda del amor que le tenías a tu
profesión es un testimonio más de que sí se puede pelear por lo que se quiere,
por lo que se ama, por lo que se sueña.
Es domingo 14 de Abril, el ordenador reproduce “Tu Ausencia”
de Pedro Arroyo y el calendario marca el natalicio de un héroe, mi héroe con
gorra.
Hoy que cumples tus primeros 41 años te digo Miguel,
gracias. Gracias por el placer de verte jugar; gracias por las veces que
apoyaste a tus amigos, compañeros y otra gente que no veía que hacer, y te
correspondió con su más sincero cariño; gracias por dejar una huella imborrable
e inigualable en esta ciudad que creció desde tu llegada; gracias por ser el
guardameta que usó paliacate, gorra, cabello más que corto y sobre todo el
dorsal número 1 en el Club Pachuca.
Tú Miguel, que me inspiraste a ponerme los guantes y volar
en el patio de receso, no dejo de sentir tu partida tan repentina. A veces
volteo para atrás y recuerdo todas las alegrías. ¿Qué portero volverá a anotar
un gol con gorra? ¿Qué cancerbero atajará lo inalcanzable por el hombre común?
¿Quién volverá a ser como tú, Miguel Calero?
No por nada la gente no deja de homenajearte, como el nuevo
guardián celestial del conjunto centenario. Algunos no te conocieron muy bien,
sólo escuchaban a la gente gritar tu nombre, mientras tú los saludabas agitando
ambas manos y mirándolos a los ojos, uno por uno, mientras te correspondían con
cánticos únicos y hasta obsequios.
Jamás olvidaré el día que decidiste darle un “hasta aquí” a
tu brillante trayectoria por el futbol. Un partido contra Pumas en el que te
mostraste optimista aún con la ‘rebel’ a tus espaldas. Dirigiendo su pequeña
orquesta que cantaba “Calero ya está viejo”, tú solo reías y los seguías, no
burlándote de ellos, pero consiente que era tu fiesta, tu retiro, tu adiós.
Tres salvadas te bastaron para mantener tu meta con saldo blanco por última
vez, y posteriormente decir adiós como lo hacen los triunfadores. Recorriste el
pasto sobre el cuál lo ganaste todo, regalaste todo tu equipamiento para que la
gente se llenara de tu buena energía y miraste fijamente a la placa en la parte
superior del inmueble, con tu nombre y retrato, que te inmortaliza por enésima
vez como el tuzo más grande de todos los tiempos.
Hoy, día de tu cumpleaños, todos deseamos verte una vez más.
Mirarte fijamente como tú lo hacías cuando calentabas, con una concentración y
seguridad que intimidaba a todos los bombarderos, determinados a romperte,
nunca con éxito. Sin embargo, pese a que hoy festejas tu natalicio con Pablo
Hernán Gómez, yo te sigo viendo y sintiendo ese cosquilleo de pensar “ahí va
Calero”.
Miguel, nadie lo desconoce. Haz dejado un legado en la
institución, y eso me permite verte en acción, no solo por lo que hiciste en
vida, sino lo que haces ahora como un ser que recientemente se graduó de la
vida. Te veo en Gabriel Caballero y Jaime Correa, técnico y jugador
respectivamente, que fungen como figuras representativas del club y ejemplos a
seguir, así como el aliento de fe para todos los que vestimos la blanquiazul
cada sábado.
Te veo en Rodolfo Cota, tu hijo prodigio. Con la leyenda
“Cóndor” en la espalda, ahora más que nunca, se siente tu influencia en aquél
muchacho que es lo que es gracias a ti.
Te veo en la afición, que pide y recuerda al Pachuca
imperial, el que todo ganaba, el que todo lograba y el que a todos alegraba.
Ese Pachuca del cuál tú eras el macho alfa.
Y te veo en mí, en mi mente y mis recuerdos. La alegría con
la que escribo más de 700 palabras sobre el que fuera, por muchos años, mi
jugador preferido. La persona por la que sonrío cuando recuerdo que mi equipo
es grande. El primer jugador que me viene a la mente cuando me hablan de
guardametas, de guerreros, de fieles a su camiseta, de leyendas.
Feliz cumpleaños Miguel. Feliz Día del Portero también.
Nunca me cansaré de recordarte y sonreír al hacerlo, porque en los momentos más
devastadores si a los Tuzos se refiere, recuerdo que todos somos tuzos, y los
tuzos somos todos. Eso y mil cosas más las que me enseñaste sin saber mi
existencia. Gracias Calero, mi héroe con gorra.
“Si volviera a nacer, me llamaría Miguel Calero, sería
portero y defendería, a h**vo, los colores de Pachuca”. – Cóndor.
Esto y mucho más en http://www.somostuzos.com
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