Por Roberto Pichardo
El pasado miércoles 16 de enero de 2013 se vivió lo que
muchos llamarían ‘la revancha perfecta’. Y es que Enrique Esqueda dio un enorme
paso en su carrera futbolística al regresar a las canchas tras una fascitis
plantar que lo dejó marginado el pasado diciembre del 2011.
Antes de ese partido, Esqueda vio acción en un partido
profesional por última vez ante Cruz Azul en enero de 2012, sin embargo, se
creyó pertinente que Esqueda no tuviera mayor participación y continuara su
tratamiento en España, siendo sometido al tratamiento denominado EPI, pero eso
no fue suficiente.
Recibiendo tratamientos en California, España y Sudamérica,
Enrique parecía no encontrar la efectividad concreta en ningún tratamiento. Sin
embargo, era cuestión de tiempo para que los efectos se hicieran visibles.
Algo que favoreció al ‘Paletuzo’ fue el trabajo individual exclusivo
que realizó, para mantener la condición física y sin arriesgarse a una recaída
que pudo haber resultado catastrófica para su carrera.
Justo cuando se hablaba de unas semanas para que Esqueda
regresara a jugar, fue convocado por el técnico Gabriel Caballero para disputar
el partido de Copa ante Correcaminos, en el cuál ingresó de cambio y anotó. Sin
duda debió ser un momento extraordinario en su carrera, no solo porque
significó un ‘segundo debut’, sino porque al fin pudo deshacerse de los medios
acosadores que manejaban su posible adiós.
Esqueda nos demuestra que es un guerrero, que nada lo vence,
y sobre todo, que sabe lo que quiere. Un jugador profesional en toda la
extensión de la palabra, con una carrera futbolística de más de siete años
levantó la mano nuevamente el pasado miércoles, diciéndole a todo México: “Soy
Enrique Esqueda y amo el futbol”.
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