domingo, 22 de diciembre de 2013

¿Pachuca o León?


Por Roberto Pichardo

Antes que nada, debo enfatizar que la pregunta que da título a nuestro escrito es dirigida a la gente de pantalón largo que se encarga de hacer (y deshacer) el presente, pasado y futuro de nuestro equipo. Me ha quedado más que claro que la afición de Pachuca, en términos generales, repudia la “hermandad” con Club León casi tanto como demanda que Martínez Patiño volteé a ver al Tuzo con los mismos ojos con los que vio a su nuevo equipo levantar la copa que lo proclama como monarca de nuestro balompié. Y desde éste momento dejo en claro que el asunto a tratar no tiene absolutamente nada que ver con el equipo León, club al que le guardo un profundo respeto. Cualquiera que tenga ojos podría reconocer el excelente trabajo que los Panzas Verdes han realizado desde que adoptaron el “Modelo Pachuca”.

Desgraciadamente, la mediocridad y poca seriedad en Pachuca a lo largo de la presente década nos ha llevado a señalar culpables.

¿A quién no le gustaría ser el “hijo favorito” de sus padres? Aquel al que le dan juguetes nuevos, ropa costosa, y mucha atención. Todos han querido serlo. Y la paradoja en el asunto es que los primeros seis meses los de Hidalgo se mantenían como hijos predilectos pese a la llegada de un nuevo miembro a la familia. Enviaron a gente como Luis Montes, William Yarbrough y Carlos Peña a ponerse la camiseta del hermano menor cuando bien pudieron haber cumplido un proceso de formación en su equipo de debut. Pero, ¡oh, sorpesa! Los muchachos maduraron, crecieron y hoy en día son material de exportación al primer mundo.

De los refuerzos ni se hable. Se le ha dado la oportunidad a tanta gente incompetente una y otra vez. León adoptó el “Modelo Pachuca”, ya que los Tuzos no usan el “Modelo Pachuca”. ¿De qué se trata este juego? ¿Por qué Pachuca no puede tener un Rafael Márquez o un Mauro Boselli?

Y podrán decir que es un acto de desagradecimiento lo que un servidor plasma en sus líneas, pero señores, el pasado caduca. No nos vamos a pasar toda la vida presumiendo la Sudamericana, los títulos de Liga y todo lo que se logró en los primeros años del nuevo milenio. Ya no más. Una institución de tal categoría se alimenta de un presente digno y un futuro prometedor. ¿De qué sirve tener la gloria haciéndonos sombra si sólo la recordamos cuando la campaña en juego se ha ido al demonio?

La negligencia continúa. Una y otra vez. Se hablaba de darle la oportunidad a los jóvenes en el torneo próximo, hasta que apareció un personaje pseudoprofeta que declaró que “dos o tres refuerzos” serían necesarios para la revancha blanquiazul. Andrés Fassi, nacido en La Tierra Al Revés, se despachó con siete nuevos individuos (a los que se les dará un precavido beneficio de la duda). Moraleja: si el señor vicepresidente dice “dos o tres”, seguramente quiere decir “dos o tres…o cuatro, o cinco, o diez”.
Señor Andrés Fassi, cantidad no es calidad. Es la lección que usted nos ha enseñado y se ha empeñado en remarcar de manera semestral.

Y la cereza del pastel no pudo esperar. Era demasiado bueno para ser cierto. Como se ha hecho hábito, los directivos nos salieron con la bromita de vender al jugador más constante y comprometido que se tuvo la temporada pasada. Y no, no hablo de Duvier Riascos. Una vez más, ha quedado demostrado que Pachuca no aspira a tener un ídolo entre sus filas en mucho tiempo. Gracias, Iván Estrada. Te echaremos bastante de menos. Probablemente si adaptamos a Jürgen Damm o a Pizarro como laterales nos den lo mismo que tú nos diste. Ya basta de experimentos, por favor. A como vamos, Rodolfo Pizarro terminará siendo portero en un par de torneos (jugaba como extremo, después como contención y ahora comienzan a probarlo como lateral).

“Yo amo al Pachuca y le voy al Pachuca”, dijo Jesús Martínez hace unos días en la televisión. Días antes de dicha entrevista, brindaba con Carlos Slim por la inmensa retribución económica que tendría un nuevo campeonato en la sala de trofeos de la reprobable mafia futbolística que se traen entre manos.
León, el dinero, yo que sé. Sólo estoy convencido de que al equipo que ayer te dio todo hoy lo miras con signo de pesos.

Señores, CON PACHUCA NO SE JUEGA.


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