Por Roberto Pichardo
Probablemente no podemos decir que “ya
empezamos mal” después de haber fracasado en el cuadrangular previo al arranque
de la Liga, puesto que no es un inicio, sino la prueba final de un nuevo grupo
que se embarcará, en una semana, en un torneo que no pinta nada fácil si se
juega con el mediocre futbol mostrado en los encuentros contra Puebla y
Estudiantes.
Primero que nada, he de decir que el mayor
error cometido por el profesor Enrique Meza fue minimizar a un rival. Así se
juegue contra la filial sub-15, lo ideal será siempre arrancar con el mejor
cuadro posible, y estoy seguro de que lo que el “Ojitos” mostró como once
inicial ante Tecos está muy lejos de ser la mejor alineación posible. Eso sí,
habrá que entender si el profe tuvo otra perspectiva de los hechos, lo cual
puede interpretarse como una natural y completamente sana rotación plantilla en
pretemporada. Finalmente, hay que probar todas las armas antes de entrar a la
guerra.
En este par de encuentros amistosos Pachuca fue
derrotado con una bala perdida, o quizá dos, que no pudieron acabar con el
cotejo en su muerte súbita. Ni hablar, una derrota en penales se perdona, pero
ojo, Puebla fue el único equipo que tuvo más movimientos de plantilla que los
Tuzos. En el segundo encuentro, en el intento por rescatar la dignidad frente a
su gente, el nuevo hermano menor hizo de las suyas en la reunión familiar.
Inocente palomita que te dejaste derrotar…
Lo angustiante para mí no es un par de derrotas
en manos de equipos cuyo presente no es el más cómodo, sino la razón por la que
dichas ocurrieron. Bien dicen que la mejor defensa es el ataque, y el mejor
ataque, obviamente, es el ataque mismo. Si de algo ha adolecido este equipo
desde hace ya varios torneos es de contundencia y agresividad al frente. En dos
años naturales, se han anotado tan solo 79 goles en 68 encuentros de Liga Mx,
lo que significa que Pachuca rompe la meta contraria 1.16 veces por partido.
Esto se debe principalmente a la mala
planeación ofensiva que se ha propuesto en los últimos cuatro partidos. Hace ya
unos ayeres que el conjunto blanquiazul no tiene un rompe redes nato, como ya
he comentado en bastantes ocasiones. Además, una serie de eventos se han
conjugado en contra del equipo, como ha sido la ausencia de “segundas
oportunidades” a quien las merece, así como se le ha brindado a quien no
responde de igual forma.
Otra de las razones es el agudo ir y venir de
jugadores. Enrique Esqueda es el jugador que más tiempo ha militado en Pachuca
(sin contar a Rodolfo Cota y a Marco Pérez), lo hace desde 2010. El resto de la
plantilla no tiene ni siquiera tres años vistiendo la camiseta del equipo
centenario. Desde la partida de Leobardo López y el retiro de Miguel Calero
(Q.E.P.D.), los hidalguenses no han
vuelto a tener una figura, un líder, un ídolo, un referente en la cancha. Se
dice fácil adaptarse a un estilo de juego con gente desconocida, y más si los
entrenadores también han ido y venido, pero señores, toda orquesta requiere de
un director, y de los once hombres plantados en el campo no hay uno solo que
tome la batuta.
Contundencia es la palabra clave de Pachuca en
el futuro inmediato. De esta cualidad depende el torneo a jugarse en la segunda
mitad del año futbolístico. No la han tenido, no la tienen, pero, ¿la tendrán?
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