Por Roberto Pichardo
*La Voz del Huracán celebrará su
primer aniversario como columna formal este 6 de diciembre. ¡Muchísimas gracias
lectores!*
Hace unos días me puse a analizar
la nueva apuesta del Club Pachuca de cara al Clausura 2014. En la presente
década se ha intentado de todo. Han realizado contrataciones millonarias que no
terminan de funcionar; se ha optado por técnicos de alto, mediano y bajo perfil
que no han podido regresar al equipo a la gloria y se han exportado (o
regalado) jugadores juveniles de suma importancia. La última carta de la
institución hidalguense será tomada: la cantera.
No es del desconocimiento de
nadie el hecho de que Pachuca tiene una de las mejores canteras mexicanas de la
actualidad. Hombres como Carlos Peña, Héctor Herrera, Luis Montes y Miguel
Herrera Equihua se han convertido en gente importante en sus equipos, por lo
que ahora se apuesta por retener a las jóvenes promesas para que sean la base
de un barco que se hunde a pedazos.
Y es que con los acontecimientos
recientes en los que los “flamantes” refuerzos no reaccionan y son los
canteranos los que responden al grito de auxilio con garra y deseos de
triunfar, habrá que otorgarle el beneficio de la duda a quien verdaderamente lo
merece. La cuestión es, ¿con la ilusión basta?
Aterrizando un poco en el frío
mundo real, hay que reconocer que no. No basta con el empeño que se ponga si no
existe orden y disciplina. Un ejemplo muy claro es el caso de Rafael Márquez.
El jugador de León regresó a la selección mexicana ante la necesidad de un
líder, de un capitán, de un “macho alfa”. El resultado: una defensa ordenada y
un equipo con la mirada en alto. Justamente es eso lo que ha extrañado Pachuca,
un hombre que se tire el equipo al hombro, que ponga a todos en su lugar, que
tenga pantalones para llevar el gafete de capitán, y para mi gusto, Óscar Pérez
no es suficiente. El único hombre que puede poner el equilibrio al nuevo
proyecto tuzo se llama Christian, se apellida Giménez y le dicen “Chaco”.
El ídolo de la afición
blanquiazul, el que recibe ovaciones al plantarse en el ojo del “Huracán”, el
que torneo a torneo se pide que regrese al lugar donde lo ganó todo. El “Chaco”
es el más grande emblema activo de Pachuca por sus goles, su carisma y carácter
y estilo. El indicado para inculcarle a chicos y “grandes” el amor por los
colores. No hay más.
Christian ha reiterado, pese a
una polémica fotografía publicada en su Twitter, su deseo por quedarse en Cruz
Azul. Sin embargo, su contrato casi ha vencido. Ahora sí, es momento de que el
“Chaco” decida si de verdad desea permanecer en donde se encuentra y luchar por
un título o dar un paso al pasado y revivir la gloria que aquí cosechó.
Afortunadamente, el ruido que provoca la gente de Pachuca llega hasta oídos del
propio jugador naturalizado. Consciente de que acá se le quiere, se le extraña
y se le requiere, no descarto que entre en un dilema en el que, esperemos,
Pachuca salga avante.
La escuadra centenaria, que el
cuatro de diciembre conmemora el primer aniversario luctuoso de Miguel Calero,
les dará la oportunidad a jóvenes que han vivido procesos largos y difíciles.
Algunos están desde los trece años, otros desde antes. El futbol hará justicia
con muchos de ellos, que seguramente aprovecharán al máximo cada instante que
pongan los botines en el césped. Se espera un equipo joven, fresco, con
ilusiones nobles. Y vaya, ¡cómo les vendría bien un líder! Christian Giménez
sería la cereza del pastel en este nuevo intento por regresar al protagonismo,
sería, al fin, la conjugación de juventud y experiencia de la que tanto se ha
hablado.
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