En esta ocasión se abordará un tema que afecta a todos los
equipos de México, no solo a nuestros Tuzos. Háblese de sanciones o ausencia de
las mismas, prohibiciones parciales o deterioro del espectáculo, pero algo sucede
en esta organización de personas que, supuestamente, deben ser responsables del
correcto desarrollo de este hermoso deporte llamado balompié.
Si bien el “divorcio” aparentemente innecesario entre la
Liga MX y la Federación Mexicana de Futbol Asociación, así como el cambio de
alineación en la dirección general de la última, generó polémica entre
especialistas y uno que otro aficionado entrometido, lo que hoy sucede en torno
al futbol mexicano, llámese como se llame, está en aprietos, puesto que cada vez
más son las personas que muestran su desagrado ante los diversos cambios realizados
en el que debería ser un espectáculo.
En estos momentos, el descontento gira en torno a la
violencia que se hace presente frecuentemente en los estadios. Hay quienes
piden sanciones ejemplares para los responsables; otros, piden un auténtico
veto en los estadios para crear conciencia; y una minoría incluso acusa a las
porras de ser responsables e incitar al desastre, e incluso, se pide la
disolución de las mismas.
América acató de manera respetuosa el veto para las porras
el pasado sábado, lo cual está bien. Mientras tanto, Chivas sólo recibió una
advertencia de veto por apedrear a los aficionados de León hasta la caceta. ¿Acaso
es coherente? Mi protesta aquí está en que las medidas deben de ser
proporcionales y severas. Bien se mencionaba en la televisión, “los únicos
afectados son las personas que van con sus familias a ver un partido de futbol”.
El temor los llena de dudas, y por consecuente, no van. ¿En dónde está el
espectáculo?
Regresando a Pachuca, hablemos sobre la prohibición
realizada a Ángel Reyna. El día jueves se envió un comunicado a Ángel Reyna
prohibiéndole festejar como luchador, misma que se anuló al día siguiente.
Haciendo análisis, dicha prohibición puede ir encaminada a evitar una posible
lesión para el jugador, y eso está bien, finalmente se ve por su salud. Sin
embargo, creo que debe de ser el equipo y cuerpo técnico, que lo ve entrenar y
practicar dicha “coreografía” cada semana, quienes decidieran si es seguro y
prudente que lo realice o no, y de no cumplir la orden o lesionarse realizándolo,
sancionarlo de forma justa.
A mi parecer, son detalles como éstos, además de varios
otros, los que, como diría el propio Reyna, “están terminando con la alegría
del futbol”. El balompié nacional, y también el internacional, debe tratarse de
vivir, gritar, saltar, apoyar, reír y disfrutar el espectáculo de forma sana y
respetuosa, porque sí, sí se puede. No hay por qué privar a nadie de vivir el
futbol a su gusto si no falta al respeto, así como no hay que tolerar el anti
futbol dentro y fuera de la cancha. De otro modo, ¿cómo esperan que ‘sienta mi
liga’?
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