Por Roberto Pichardo
Las jornadas pasan y los Tuzos
pareciera no caminan ni a empujones. Ahora fue Monarcas quien no tuvo piedad
con los nuestros y acribillaron el marco defendido por Óscar Pérez, siendo
efectivos en cuatro ocasiones. Gabriel Caballero fue jugador estrella de
Pachuca, una leyenda, pero esos días ya terminaron. Qué más quisiera él que
meterse al campo a enseñarles a sus pupilos cómo eran las cosas en sus tiempos,
los tiempos de gloria. Sin embargo, las cosas no son así. Hoy por hoy, el Club
de Futbol Pachuca se las está viendo duras. No hablemos de Caballero, él
solamente es el técnico. Lo que tenemos en frente es una crisis a nivel
institución.
Desde hace ya tres años Pachuca
no disputa una final, y cómo no nos va a tener incómodos si la costumbre era
verlos pelear más de un torneo de categoría a la vez. Es muy sencillo centrar
las críticas en torno al técnico, finalmente, es el único integrante del
plantel que con un chasquido puede ser despedido y sustituido al instante.
Ahora, si analizamos la plantilla del equipo y nos hacemos una pregunta tan
sencilla como “¿quién es la actual figura de los Tuzos?”, les aseguro que no
habría respuesta.
Recientemente se cumplió un año
de la asociación con América Móvil de Carlos Slim. El multimillonario mexicano
nos da una probadita de la situación mexicana con los monopolios. A raíz de su
llegada, Grupo Pachuca ha buscado mayor amplitud en sus ingresos, el caso más
claro es la compra de los Estudiantes Tecos. El dinero ciega a la gente, y
suele suceder que cuando tus proyectos crecen aceleradamente pierdes de vista
lo que originalmente buscabas. ¿Quién nos puede garantizar que las metas de
Grupo Pachuca son las mismas que hace unos años? De aquellos días en los que los
Tuzos y el Club León no tenían nada que ver; aquellos tiempos en los que
líderes en la cancha sobraban, seleccionados había y títulos se conquistaban.
Los hombres de pantalón largo
podrán dormir tranquilos por un tiempo más, saben que la venta de Héctor Herrera
es la más exitosa de sus negociaciones. Pero ojo, eso no será por siempre. La
gente pronto comenzará a manifestarse, no con comentarios pesimistas y
ridículos en las redes sociales, esos nadie los lee. Cuando comenzará a pesar
la hinchada furiosa será cuando dejen de ir a los partidos, cuando dejen de
comprar los productos, cuando dejen de llenarle los bolsillos a gente que, al
parecer, le empieza a quedar grande la camiseta de nuestro equipo.
Regresando a lo que sí podemos
ver, creo que el plantel vive una crisis emocional en primer término. Dicen que
nada en esta vida es de a gratis, y si piensas mal te ocurren cosas malas. En
estos momentos más de la mitad de la plantilla se encuentra marginada, ya sea
por lesiones o porque no atraviesan su mejor momento futbolístico.
Se me hace inconcebible que
Duvier Riascos falle remates a un metro de la línea de gol, con la fortuna para
él de encontrarse en posición adelantada. Claro, ya metió el gol del orgullo,
pero ¿en verdad es capaz de eso únicamente? Cavenaghi anotó en su debut como
futbolista y como tuzo, y con una diana se encuentra en una zona de confort.
Ludueña, el responsable de echarse al equipo al hombro, sigue sin despegar de
la sombra de ese insólito gol ante Tigres.
La promesa, el hombre que en
verdad siente la camiseta, el que cada partido es factor y figura, ese que
llega a tu mente mientras lees estos adjetivos que lo describen a la
perfección. Su nombre es Miguel Ángel Herrera Equihua, tiene 24 años y surgió
de Titanes de Tulancingo. El hombre que tuvo que pelear por su puesto es el que
hoy da la cara por su equipo. Quizás eso es lo que debería de suceder con
varios futbolistas que llegan inflados, ponerlos a competir por el lugar en el
once inicial para asegurarse de que jugarán para el equipo con inteligencia y entrega.
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