domingo, 15 de septiembre de 2013

Llueve sobre mojado


Por Roberto Pichardo

Valga la expresión del título en el doble sentido. La Voz del Huracán se ha convertido en una crónica respecto al progreso del equipo en su camino a la gloria. Y es que las cosas suelen ser las mismas o muy similares cada semana. Eso sí, hay que tener los cinco sentidos en el partido para darse cuenta que la mano de Enrique Meza comienza a hacerse presente.

Cada semana se ha hecho habitual para un servidor hablar sobre lo ocurrido el día anterior en el terreno de juego cuando el Tuzo hace rodar el balón, y está bien. El proyecto que llevamos a cabo en estas semanas es de seguir, con mucha cautela, la evolución de nuestro equipo para sacar conclusiones en la Jornada 17. Ya no se trata de criticar por que sí. En fin, ya hablé mucho de mí.

Respecto a lo que vimos anoche en el Tecnológico, podemos decir, en primer término, que las condiciones climáticas tan deplorables para un partido de futbol no son excusa alguna para justificar el resultado final. Todos juegan en la misma cancha. Así mismo, decir que la igualada pudo ser posible, ya que el gol de Cardozo fue un auténtico regalo del destino, pese a haber sido un golazo. Así también, el empate estuvo muy cerca, ya que Pachuca adelantó líneas y puso en aprietos a la zaga local en los últimos diez minutos de juego.

Pero, ¿por qué en los últimos diez minutos de juego? ¿Por qué no todo el partido? Llegó un momento en el que Pachuca no tuvo idea de qué hacer con el esférico en los botines, esto desde el arranque de la segunda mitad hasta casi tres cuartos del tiempo regular. Podrán decir que un juego de “waterpolo” no te da para más, y puede que tengan razón, el reflejo de ello es el resultado: una sola anotación. Sea cual sea el motivo, la actuación de los Tuzos en el norte del país me deja con algunas cosas por resaltar.

Supongo que no soy el único que extrañó a Rodolfo Pizarro en el campo. Desconozco las razones por las que el juvenil no tuvo actividad en esta oportunidad, pero creo que pudo haber sido, por lo menos, un relevo con mucha llegada al frente. Tal es el caso de Jürgen Damm, quien se reúsa a soltar la titularidad con actuaciones favorables. Anoche, el de ascendencia alemana explotó las ocasiones que tuvo el balón, desbordando la banda derecha con estupenda velocidad y frescura.

Tendré que comerme el orgullo y señalar que Duvier Riascos tuvo una mejoría en el campo. Se le ve mucho más participativo al tener el balón, y parece que poco a poco recupera la memoria y se acuerda de cómo jugar al balompié. No así Cavenaghi, que sigue sin incrementar su cuota de goles cuando se esperaría fuese el goleador blanquiazul.

Da gusto ver a Walter Ayoví y a Daniel Arreola levantar la mano para cobrar tiros libres. Mientras el primero casi anota, el segundo ha recibido consejos del profe Meza y tiene ganas de ponerse a prueba a sí mismo frente a su gente. No obstante, esperemos que la lluvia haya sido la causa de que Daniel Ludueña cobrara ineficientemente la mitad de los disparos a larga distancia.

Lo que angustia a un servidor es la banca. Un cambio forzado y dos más que, posiblemente, pudieron haber sido mejor aprovechados. Me hubiera encantado ver a Pizarro, Marco Bueno e incluso Abraham Carreño en el cambio, supliendo a alguno de sus compañeros. Creo que la plantilla y las condiciones te demandan cambios más revulsivos. Pachuca necesita un “talismán”.

Enrique Meza regresó a Pachuca, la que llama “su casa”. El hambre de victoria la tienen todos, los Tuzos no ganan desde la Jornada 2 y se les comienza a escapar la liguilla. Sin embargo, el “Ojitos” no trabaja con presiones, sino con hechos. La primera vez le llegó una derrota tras otra, y cuánto nos dio al final. En términos generales, Pachuca comienza a revivir, poco a poco.


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